El Mundo

de

Osvaldo Guidi

lunes, 15 de marzo de 2010

Mi mundo, mis recuerdos, mi infancia, mis amigos , mis alumnos, mis mascotas, todo lo que vaya encontrando en el baul de la vida : mi historia.

domingo, 10 de enero de 2010

Ultimas fotos











lunes, 16 de noviembre de 2009

Mi primer autografo

domingo, 15 de noviembre de 2009


lunes, 21 de septiembre de 2009

Fotos

Con Lucia Galan y Pablo Alarcon y mis compañeros de Escoria.

Con Pino, Carmen Yazalde,Mora Furtado y Adriana Brodsky

domingo, 20 de septiembre de 2009

Algunas fotos en mi Escuela

En mi escuela.

Con mi Martín Fierro. Me lo dieron como mejor Actor de reparto por Sebastián un enfermo de sida.

Con mi perro Berny.

Con Berny y Javo

Con Felix


Doy cursos de actuación y de autotransformación personal con grandes resultados.

Recuerdos de la novela

Con el chaleco de Bernardo el mayordomo de Muñeca Brava

Muñeca Brava fue un furor, en Europa del Este me conocen todos



Con algunos de mis premios

sábado, 29 de agosto de 2009

En CRONICA TV

Entrevista en Crónica TV junto a Claudia Medicci.

viernes, 28 de agosto de 2009

ESCORIA en palabras de Nora Perlé


Palabras sobre ESCORIA, de la boca de Nora Perlé (Radio Mitre)

"Escoria me conmovió. Por el enorme respeto que siento por los actores y por la gente que en el espectáculo pone su cuerpo expectativas, deseos , sueños, no siempre realizados, es que pienso que fue ,en principio, tratado con enorme afecto y amor por ellos, esta puesta de enorme creatividad. Gran labor del director y creador. El humor y la frustración, la medida justa de los tiempos, la contención a los protagonistas, el medido manejo del lenguaje y el desplazamiento ,no da lugar a exageraciónes y errores; se percibe el delicado trabajo en la creación, sin duda original y audaz de José Maria. Entonces , Escoria solo genera cariño, ternura y piedad por el dolor subyacente en un medio en el que pareciera que todo es periférico y vanal, descubriendo valores hondos y heridas latentes. Merecen esta notable elección del público".

jueves, 27 de agosto de 2009

Algunas de mis nuevas fotos







miércoles, 26 de agosto de 2009

Escoria es cruda y conmovedora (La Nacion)


Escoria es conmovedora y cruda al mismo tiempo

Es intensa e inteligente la propuesta de José M. Muscari
Escoria. Dramaturgia y dirección: José María Muscari. Intérpretes: Noemí Alan, Liliana Benard, Héctor Fernández Rubio, Osvaldo Guidi, Julieta Magaña, Paola Papini, Marikena Riera, Willy Ruano, Gogó Rojo y Cristina Tejedor. Vestuario: Vessna Bebek. Asistente de dirección: Carlos Tkisian. Viernes, a las 21; sábados, a las 21 y a las 23, en el Teatro del Pueblo. Duración: 70 minutos.

Nuestra opinión:
muy buena

La carrera del actor, es sabido, podría llegar a ser muy ingrata. El éxito, las luces, la fama y el reconocimiento pueden evaporarse en muy corto tiempo. Pero no sólo por algún hecho fortuito, sino simplemente "porque sí". Por el sólo hecho de que un artista que alguna vez fue "famoso" o "popular" ya no lo sea, queda relegado a la categoría de "bizarro" o "clase B"... o simplemente se pierde la confianza en él. Como si el talento también quedara atrás con la fama.
Quien esto escribe, en su niñez, fue fanático de Julieta Magaña; se divirtió con la gordita simpática que Liliana Benard encarnó en Andrea Celeste y admiró la versatilidad de Cristina Tejedor, como la "sacada" de las telenovelas más exitosas. Volver a verlas, junto con otros actores que tuvieron su momento de gloria y hoy son injustamente olvidados, podría suponer un riesgo. También lo era pensar para qué se los reunió en una obra que se llama Escoria . Pero José María Muscari encontró la forma de honrarlos. A su manera, con su sello, con su ironía, su mordacidad y su irreverencia, desarrolló un relato no lineal, extraño, pero tal vez uno de los mejores de su producción.
En su comienzo, la propuesta desconcierta, asusta, aunque de a poco, el espectador se encuentra abrazado por esos seres que hablan de las vicisitudes de su profesión, hasta que encadenan sus vidas y las vuelven una causa unívoca.
Un grupo de actores con nombre propio (muy propio) se unen para organizar una fiesta de cumpleaños a un viejo e histórico productor televisivo que los supo contratar: un tal Escoria. Y no es sólo una excusa, un hilo conductor efímero. Es sustancial
Muscari no se quedó solamente con la idea de reflejar "el lado B de la fama" o la fragilidad de los artistas. Adrede o por casualidad cavó más profundo y llegó a un punto de sensibilidad con la que el espectador se involucra hasta en un nivel espiritual. Habla de lo efímero y lo auténtico; de vivir el día sin regodearse demasiado; de lograr distinguir entre la belleza de lo necesario y lo atractivo pero, a su vez, efímero de aquello que es periférico. Escoria es dura, durísima, pero debajo de esa capa cruel, se vuelve pura y sensible.
Y es un placer descubrir a esa actriz dramática que estaba oculta en Noemí Alan; al talento integral de Marikena Riera; la hilaridad y la fuerza de Cristina Tejedor; la gracia de Liliana Benard; la presencia y solidez de Paola Papini; ese desparpajo y simpatía de Gogó Rojo; la dulzura de Julieta Magaña; la capacidad de transformación de Héctor Fernández Rubio; la comicidad innata de Willy Ruano; y la solvencia de Osvaldo Guidi. Pero lo mejor es que todos consiguen que uno salga del teatro adorándolos y aprendiendo... de la vida misma.

martes, 25 de agosto de 2009

Entrevista a Osvaldo Guidi

"En ESCORIA hago de un divo que no soy"



1)¿Cómo llega esta obra a tus manos?

Siempre fui admirador de Muscari desde su primer trabajo "mujeres de carne podrida", fui a ver todos sus espectáculos invitado por él hasta que un día me convoca para esta obra , nos convida con una merienda y nos cuenta su idea. Hacer de nosotros dentro de una ficción y nos da tres encuentros para escribir el guión , acepté de una. Del elenco solo conocía a mi amiga Julieta Magaña, pero no sabía a ciencia cierta de su éxito con los chicos , lo que me permitió jugar con el inconciente colectivo.

2) ¿Por que aceptaste? ¿Dudaste?

No dudé nunca, quería trabajar con Muscari. No es de mi quien me gusta hacer; pero sabía que con él estaría seguro. Pensé que era más caótico como director, que improvisaba mucho, pero nada que ver. Es ordenado , prolijo, super exigente y de buenos modales, siempre está presente en la obra y el espectáculo se renueva función a función.

3) ¿Que significado le otorgas a la palabra ESCORIA?

Para mi es mierda. Pero ahora noto que tiene más que ver con lo que le sobra a la sociedad mediatica, y con lo que se puede crear mucho.

4) ¿Te moviliza estar haciendo esta obra en este momento de tu vida? ¿Por qué?

Primero porque nunca hice de mi y aunque es ficción digo mucho de mi persona, siento que es como volver al café concert. Es un gran acercamiento al público. Es como una montaña rusa, pánico y felicidad al mismo tiempo.

5) ¿Todo lo que decís en la obra es real? ¿Te cuesta?

Las anécdotas son reales, pero hago un divo que no soy. Jamás asistiría a una fiesta de un productor, no soy mediático, no me peleo con los compañeros, y no me siento "arte humano" , ni el "primerísimo actor protagónico".

6) ¿Que cósas te gustaría hacer de ahora en más?

Estoy preparando la vida de Lugones con el dramaturgo Hugo del Barrio, especificamente su relación con una jovén 20 años menor que él. Es un personaje atrapante, muy alejado de mí y ese desafío me interesa.

7) ¿Qué viene luego de Escoria?

Seguramente televisión, en tratativas con Polka. Dirigir dos obras con mis alumnos, no muestras, obras de teatro; la docencia es mi gran amor. Editar mi libro número tres, kabalístico, "Lágrimas verdaderas, el teatro que sana", sobre pedagogía actoral y sanación personal.

8) Y para ir finalizando... ¿Podrías describirnos como es un día en la vida de OSVALDO GUIDI?

Me levanto temprano y me acuesto tarde. No duermo mucho y sueño muchísimo. El desayuno es mi comida más importante y le dedico una hora. Reviso mi correo cibernético al que cada vez le dedico menos tiempo, lo necesario. Voy al Gim, hago trámites. Y el tiempo que puedo se lo dedico a la escritura. Cuando me enamore, tal vez intesifique la rutina. Por ahora tengo siete mascotas que me llenan de amor.

lunes, 24 de agosto de 2009

Nota de tapa de CLARIN Espectaculos del 23/09/09


Por: María Ana Rago

Un experimento provocador
La obra que dirige José María Muscari en el Teatro del Pueblo reúne a diez actores que vivieron su momento de fama y hoy estaban prácticamente alejados del circuito. Les toca hacer de ellos mismos.

El encuentro fue en la casa de Muscari. Los diez actores del elenco, más su director, se dieron cita en ese departamento de San Telmo, al que el joven teatrista se acaba de mudar y en el que todavía faltan comodidades, pero sobra hospitalidad. Más que la escena de una entrevista para un medio gráfico, parecía la puesta de una obra teatral. Contra la ventana, una mesa con tortas, masas, café y gaseosas invitaron a una dinámica especial para un reportaje. A conversaciones de a pares, tríos o de todos juntos, de pie o sentados, sobre trabajo y sobre la vida. La excusa era el estreno de Escoria (El lado B de la fama), en el Teatro del Pueblo. La entrevista a sus protagonistas reveló a un elenco heterogéneo que inevitablemente lleva a abrir el arcón de los recuerdos, a descubrir a las personas que hay detrás de esos personajes que calaron hondo en el público y a tratar de entender quiénes son realmente Noemí Alan, Liliana Benard, Héctor Fernández Rubio, Osvaldo Guidi, Julieta Magaña, Paola Papini, Marikena Riera, Willy Ruano, Gogó Rojo y Cristina Tejedor.

Casi todos querían trabajar con José María Muscari, autor y director de Escoria. Y ahora, como los propios actores definen, están en "la cornisa", sienten una "adrenalina muy fuerte". "El desafío era trabajar con lo que está en el inconsciente colectivo acerca de nosotros. Y en parte, eso es también una ficción", explica Guidi. Sus personajes en la obra son, en enorme medida, ellos mismos. En la puesta, llevan sus propios nombres y apellidos, y todo lo relativo a sus biografías que dicen en escena es real. "Pero también hay muchas cosas que hago en la obra que no haría Osvaldo Guidi: jamás iría a la fiesta de un productor, jamás le contestaría mal a un compañero. Por eso hay realidad con mezcla de ficción", agrega. "El espectáculo es dulcemente cruel", resume. "Cruel con nosotros, con el medio, con el olvido, con los productores", añade Guidi.

Cuando Muscari los convocó, no había texto escrito. José María investigó sobre ellos. Los dividió en dos grupos y los expuso a una suerte de terapia conjunta. Y así se fueron descubriendo unos a otros y Muscari pudo construir una obra que es "95% de realidad cruda y 5% fruto de la creatividad del autor", calcula Gogó. Una pieza que habla de estos diez actores, pero que pretende hablar de los artistas en general y de algún modo, de lo que puede sucederle a cualquier ser humano. "Los actores, un día estamos allá arriba y después, ahí abajo. Eso es continuo", expresa Paola.

Había una idea inicial: "Trabajar sobre el fenómeno de la fama y qué pasa cuando una persona ocupa un lugar de alta exposición y después eso se vuelve cotidiano", explica Muscari. "Sobre la idea de un productor que no llega y que hay actores esperándolo, empecé a trabajar", relata. Eligió al elenco en función de que fueran artistas que ocuparon un lugar en el medio por sus trabajos actorales y no por ser mediáticos. "Y por otro lado, tenían que ser personas que no tuvieran expectativas de éxito con esta obra. Porque estamos en una sala chica, con dos funciones por semana (los sábados a las 21 y a las 23) y en cooperativa: cada uno se consiguió su vestuario", resume.

"Yo vivo en Maschwitz", cuenta Papini (hija de María Aurelia Bisutti), que se mudó allá hace cuatro años. "Tengo tantas ocupaciones en el campo, los hijos (Cristóbal, de 8 y Catalina, de 14), la casa..., que le había dado de baja a la televisión. Ayer la volví a poner y no podía creer lo que veía", dice. "Es escoria la TV", afirma quien organiza comidas y shows en su casa, junto a su marido, que es cocinero.

Gogó regresó a la Argentina hace seis años, después de toda una vida viviendo y trabajando en el exterior. "Sigo a Muscari desde que llegué al país", asevera. "Y trabajar con él es un sueño realizado", confiesa. Volvió a Buenos Aires, "porque me hinché del mundo y porque quería estar junto a mi hermana (Ethel), que es lo único que me queda", dice.

"La convocatoria de Muscari me provocó seducción. Me pareció lindo que me llamaran para una obra para adultos y que la propuesta viniera de un director transgresor, que tiene un nuevo lenguaje teatral", dice Magaña. "Para mi carrera y mi persona, esta experiencia me enriquece", agrega quien desde hace nueve años es directora de programación en la Secretaría de Cultura de Vicente López. Además, hija de Angel Magaña y Nury Montsé.

"Para mí, Muscari era un desafío", dice Liliana. "Me interesaba ver qué podía hacer con nosotros, que somos de diferentes generaciones y venimos de distintos tipos de trabajo", continúa. "Y nos hemos amalgamado muy bien. Lo que sucede es mágico", afirma. "A mí no se me reconoce por el nombre, sino por Hermana Renata, Felipa, Carola. Y eso es muy bello, porque quiere decir que esos personajes entraron en el corazón de la gente y quedaron en su memoria", asegura esta actriz y escritora, sobrina de Elcira Olivera Garcés, de Abel Santa Cruz y prima de Leonardo Favio.

Pero como nadie es igual a nadie, a Héctor le pasa algo diferente con respecto a la identificación con un personaje. "Me quería sacar un poco a Efraín de encima, porque realmente creo que Efraín comió a Héctor Fernández Rubio y que yo soy capaz de hacer otras cosas", dice. Escoria llega "en un momento de mi vida personal difícil: falleció mi mamá de 98 años y se suicidó una hermana mía. Y esta obra es un renacer de la vida para mí. Siento que ha llegado otro momento de sol y apuesto a mi profesión de actor", expresa Héctor, que se desempeña además como Maestro de Ceremonias de la Secretaría de Cultura de la Nación.

"Si esto no lo hubiese hecho Muscari, no se hubiera podido hacer. Tiene que ver con la luz y la magia que tiene él", dice Marikena, que tiene otro trabajo, además de actriz, en una oficina. Cristina Tejedor es otra de las que quería trabajar con Muscari. Ella trabaja en una Auditoría, desde hace nueve años. "Que me llamara José, fue un volver a la vida", reconoce. "En mi caso, yo no lo conocía a Muscari. Vivo recluída en mi quinta, con mis animales", dice Noemí, quien junto a sus hijos se dedica a criar perros y a su pensionado de animales, en Berazategui. "Y ahora me doy cuenta de que jamás fui dirigida por un director de actores, hasta Muscari", sentencia quien hasta hace 15 días ponía en escena su unipersonal.

"Yo tuve dos momentos muy importantes en mi carrera: uno con Alta tensión y otro con Operación Ja Ja, donde hacíamos "los chetos" con Pablo Codevilla y Silvia Pérez", repasa Ruano. Pero como se había recibido de contador, dejó el espectáculo y se dedicó a su profesión universitaria. En el 98 retomó el trabajo de actor, hasta que en el 2002 tuvo un accidente cerebrovascular. "Quedé hemipléjico y encima tuve un problema de familia bastante jorobado y decidí dejar el espectáculo. Ahora trabajo como remisero. En este país, en cuestiones de trabajo, los que tenemos más de 45 años somos muertos civiles, escoria", reflexiona. Ahora venía de una depresión y "encontré en José el respeto y el afecto que necesitaba". De todos, es el único que estaba apartado de la actuación. Aquí, en un experiencia teatral muy singular.«

sábado, 22 de agosto de 2009

Critica de ESCORIA en Revista "INROCKUPTIBLES"


Escoria: El lado B de la fama. Escrita y dirigida por José María Muscari. Teatro del Pueblo.

José María Muscari retorna, pero con variaciones, a un viejo y permanente tópico de su teatro: La fama. Podría decirse que éste es un tema sobre el que permanentemente piensa, a veces con admiración y otras con rechazo. Porque en realidad Muscari realiza, a pesar suyo tal vez, una mirada sumamente crítica de las industrias culturales en el modo de construir y determinar a los cuerpos, en su relación con la belleza y en el uso y abuso que las industrias culturales hacen sobre los individuos de los que se sirve para su propio crecimiento. Podríamos afirmar que se sirve de las ideas de Theodor Adorno sin haberse relacionado siquiera con su pensamiento.
Escoria no es lo que parece. No se trata de trabajar sobre la basura, sobre los restos. No es un modo de calificar al nutrido grupo de actores que utiliza en esta ocasión, sino el apellido de un ficticio productor al que estos actores desempleados quieren homenajear organizándole una fiesta de cumpleaños, aunque no se puedan poner de acuerdo sobre el nombre de pila. Lo único que importa de ese cuerpo ausente es que es una potencial fuente de trabajo.
Esa es la línea argumental que le sirve como excusa para poner en escena a un grupo de actores que entrará rápidamente en la dimensión emocional del espectador. ¿Quién no recuerda a la Tana Alan en sus participaciones televisivas provocando con su cuerpo despampanante? ¿O a la buena de Liliana Benard, o la seducción en la revista porteña de Gogó Rojo, o la teatralidad en los trabajos televisivos de Osvaldo Guido, o a Willy Ruano, o las canciones de Julieta Magaña, o a Paola Papini, o a Marikena Riera, la antagonista de Andrea del Boca, o a la eternamente rubia y mala Cristina Tejedor? Y ni qué decir de Héctor Fernández Rubio, célebre por su metáfora sobre las blancas palomitas en la mítica escuela en la que Jacinta Pichimahuida enseñaba a un grupo de díscolos niños.
Como puede verse, son los 80 en escena con algunos retazos de los 90 mostrándose cruelmente en toda su decadencia. Pero no por ellos. No. Por la industria que en algún momento los utilizó para luego dejarlos descartados, teniendo que hacerse cargo ellos mismos, y en soledad, de su propia psiquis y sensaciones.
Muscari los homenajea, los construye con piedad y ternura. Los deja hacer aquello por lo que la gente los recuerda pero diez, veinte años después. Y parece que al tiempo que los exhibe los acaricia, los abraza, para que ellos puedan pararse y decir “aquí estamos”. Soy remisero. Crío perros. Estoy sin trabajo. Soy sin ustedes.
El labo B de la fama es el abandono, es el brillo opacado. Pero por otro lado también nos permite reconocernos, como espectadores, en torno a la inocencia. Es ver que la seducción televisiva no estaba asociada a la prostitución y también es ver que aquellos hombres y mujeres gozaban de un talento que iba más allá de una figura impactante para la cámara de entonces. El trabajo de Noemi Alan en ese sentido es superlativo. Su emocionalidad, su furia, su ternura, su fragilidad. Todo aparece sobre el escenario, deja la vida. Y con talento. O ver a Gogó Rojo, quien nos permite ver qué era en nuestro país ser vedette. Hace una sutil coreografía, mueve una mano y transmite erotismo, no banalidad.
Muscari hace un espectáculo que se sirve del pasado para mostrar un tiempo cargado de mayor ingenuidad, pero que deja en evidencia la vacuidad del presente, el carácter prostibulario de un tiempo que opera igual, usando y tirando cuerpos sin ningún tipo de culpa, pero donde los de antes eran cuerpos con contenido. Lo que hoy se tira ni siquiera alcanza a penetrar en el imaginario como para sospechar que dentro de veinte años, un Muscari del futuro pueda hacer una Escoria con lo descartable del presente. Porque, parece decir el espectáculo a través de la interpretación, nuestro presente es descartable en sí mismo.
Federico Irazábal

viernes, 21 de agosto de 2009

Critica de ESCORIA en Clarin

Por: M.A.R.

Con el pasado y con el futuro
Crítica "Escoria" Muestra a diez actores esperando a que un productor les dé trabajo. Y los enfrenta a sus historias.


La sala es pequeña y todos sus espacios están perfectamente aprovechados, de modo que nada ni nadie está de más. Un televisor proyecta todo el tiempo secuencias de programas en los que actuaron los protagonistas de Escoria y esas imágenes acompañan, sin interferir, el desarrollo de la pieza.La anécdota que se cuenta: un grupo de actores espera la llegada de un productor. Le preparan un cumpleaños sorpresa, con la ilusión de que les dé una nueva oportunidad. En la espera, cada uno representa una escena emblemática de su carrera, y también, de algún modo, exorciza su pasado. "Me gané un Martín Fierro y estuve cinco años sin trabajar", protesta Osvaldo Guidi. Como él, otros intentan sacarse los fantasmas del ayer. Noemí Alan explica, entre lágrimas, la foto que se sacó con una gorra militar y perjudicó su carrera. Hay más: muestran talentos ocultos. Con gracia y entonación, Cristina Tejedor canta La última curda y Marikena Riera baila.Sin embargo, lo fundamental es que Escoria tiene gancho. Es difícil ceder a la tentación de ver en vivo a artistas que marcaron momentos altamente significativos. Hay una generación a la que frente a Liliana Benard le aflora el recuerdo de la hermana Felipa de Andrea Celeste, que al ver a Héctor Fernández Rubio no puede dejar de transportarse en el tiempo, ver a Efraín y revivir las tardes de café con leche y Señorita maestra. Y que ante la presencia de Julieta Magaña tiene que contener la emoción y el deseo de cantar y bailar La batalla del movimiento (en la obra, la canta). José María Muscari persevera con la transgresión. Esta vez, escribió y dirigió una obra que compromete la humanidad de estos actores que saben de "la rueda de la Fortuna". Pero lo hizo con el respeto y la ruptura necesarios para alcanzar el justo equilibrio. Escoria transita por la nostalgia, el dolor, el resentimiento, la alegría y el humor sin desbordes. Y hace hablar a los artistas de sí mismos. Paola Papini cuenta que eligió la vida en el campo. Willy Ruano relata cómo su hijo le dio la fuerza necesaria para enfrentar un serio problema de salud. Gogó Rojo vuelve a ser vedette.Escoria los muestra como lo que fueron, pero también refleja la otra cara de la moneda: los expone como personas a las que la propia obra exhorta a ser distintas de la construcción de la mirada del otro. A que sean alguien sin la máscara de sus personajes. A vivir el presente.La pieza con la que suben al escenario pone en juego sus historias personales, sus esencias, sus éxitos y sus frustraciones. Los pone en juego enteros. Y salen airosos. El público, emocionado y agradecido.«

jueves, 20 de agosto de 2009

Critica de ESCORIA en Revista "SIAMESA"


En primera persona

Por Perez Artaso Ariana.

"ESCORIA somos un poco todos.
Miralos, mirame, mirate".
José María Muscari


Busqué en el diccionario la palabra “bizarro”, porque creo que es un término que está de moda, y la moda hace que los sentidos se desvirtúen. Para mi sorpresa, la Real Academia Española lo define como “generoso, lucido, espléndido” o “esforzado, valiente”. Entonces sí, si esto quiere decir bizarro, puedo decir con soltura de palabra y convicción que Escoria –El lado B de la Fama-, la nueva propuesta de Muscari, es una obra completa y absolutamente bizarra.
Generosa porque da, sin escatimar en colores ni en gestos, sin vergüenza al ridículo, con la sinceridad que tienen aquellos a los que ya no les importa tanto lo que pueda pasar –lo que pasó, parece ser más terrible-.
Lucido y espléndido porque es una obra que está de fiesta. Y dentro de este festejo las imposturas se caen y los brillitos de las estrellas se destiñen, pero no por eso se vuelven opacos.
Esforzado y valiente porque nos habla de lo que pasa cuando hacer lo que te gusta se termina. Porque cuenta que detrás de los figurines de revistas, telenovelas o programas para chicos hay personas que se pintan y se peinan de forma que nos parecen eternos, divinos y diferentes, pero que resultan permeables al paso del tiempo, que arranca de un solo tirón a lo que deja de ser novedad.
Escoria es la historia de un grupo de actores y seres del espectáculo que alguna vez fueron maravillosos. Estos se reúnen para colgar banderines de colores y comer chicitos,celebrando el cumpleaños de un productor televisivo: el mismísimo Escoria, posible ángel salvador o puente de regreso del olvido.
Pero Escoria es solo una excusa. Lo que presenciamos es la fiesta de la catarsis, la danza de lo pasado musicalizada por una banda de fantasmas.
A Paola Paini la veía en Ricos y Famosos, y después la vi en otras novelas. Cuando fui a ver Escoria ella me sirvió un vasito de gaseosa con un rulero en el flequillo. Y creo que nunca la vi más linda.
Osvaldo Guidi ganó un Martín Fierro por un papel secundario en Celeste. ¡Osvaldo Guidi me regaló una foto suya! Y además, me dejó elegirla: tenía con pelo largo y corto. Yo elegí con pelo largo, por supuesto.
Julieta Magaña cantó su Batalla del Movimiento, pero también Yesterday, y me hizo llorar. Y daba gracia llorar en el medio de esa locura. Locura conmovedora; efectiva combinación.
Marikena Riera, además de ser actriz, resultó ser un pájaro. Gogó Rojo hizo numerito de revista y todo. Héctor Fernández Rubio volvió a ser Efraín y Cristina Tejedor a ser gitana.
Noemí Alan hizo su descargo e intentó exorcizarse de una gorra, Willy Ruano nos recordó que hubo una vez una Operación Jaja y una mejor Peluquería de Don Mateo. Finalmente, Liliana Bernard hizo justicia y barrió la escoria.
Y si me permití escribir esta reseña en primera persona, es porque creo que de eso va la obra. Cada personaje es lo que es –o aparenta serlo-, al unísono con la pantallita de televisión que, de fondo, nos señala que es ella la que manda en ciertos planos de la vida.
Por suerte existen otros, y en el Teatro del Pueblo se los puede ver a ellos: actores frágiles y sensibles, en ese cambalache al que llamaron Escoria.

domingo, 9 de agosto de 2009

Escoria



DICE OSVALDO GUIDI…

Siento un miedito especial, pero quiero que ya estrenemos, necesito el público, la devolución de la presencia de la gente, admira la capacidad de Muscari de resolver todo rápido, su seguridad, quiero ya la gente, necesito decir mis textos mirando a la gente. Mañana viene GOGO ROJO antes del ensayo que se hará en mi escuela, que no es el ámbito a que le copie su texto que lee en negrilla y con respiros, y me contagia la risa y su niña mágica, charlo todo el tiempo con Julieta Magaña, mi amiga, pienso en cada uno de mis compañeros, necesito el público, estrenar, saltar, liberarme de los obstáculos, del pánico de un estreno y de la función de críticos, quiero al público, a publico normal. Por otra parte me parece mentira que hayamos llegado hasta aquí y que tan solo falten dos ensayos y ya estrenamos, pero sé que Muscari no es quedara con eso, el corregirá, cambiara, sacara, agregara continuamente, así es su estilo, es caminar por una cornisa constante, ese es Muscari, su teatro da vértigo, no es fácil, pero lo admiro y es todo un desafío. NO GRITA, ES SEGURO, TRATA BIEN AL ACTOR, TODOS QUEREMOS UN MUSCARI QUE NOS CONTENGA, UN POLLO CON ALAS GRANDES. NO QUIERO DEFRAUDARLO, NO QUIERO DEFRAURDARME, TODOS NOS EXPONEMOS MUCHO